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Xavier Flores Aguirre | Capital Riobamba

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Tenía la misma lógica que tenía Quito para su territorio audiencial en los tiempos de la dominación española

En sus orígenes, el Estado del Ecuador se pudo organizar de una manera distinta. Y tal vez mejor, a efectos de la gobernanza del territorio.

En 1830, el naciente Estado del Ecuador pretendió ser la reunión de cuatro departamentos que integraron la República de Colombia: Cauca (en el distrito del centro), Quito, Cuenca y Guayaquil (en el distrito del sur). A la convención nacional que fundó el Estado en 1830, celebrada en Riobamba, solo asistieron los representantes del distrito del Sur.

Pero el 20 de diciembre de 1830, el presidente del Estado del Ecuador en ejercicio del poder desde septiembre, Juan José Flores, decretó la anexión del departamento del Cauca al Estado que él gobernaba. Al año siguiente, el 7 de octubre, el primer congreso ordinario del Ecuador, en comunión con lo decidido por el presidente, aprobó una ley que anexaba el departamento del Cauca al Estado del Ecuador.

Pero la idea de sumar los territorios al norte del río Carchi (el límite sur del distrito del centro) se perdió para siempre tras la guerra con Colombia que concluyó con la firma del Tratado de Pasto el 8 de diciembre de 1832 y que mató el sueño de reunir a los cuatro departamentos. El departamento del Cauca quedó donde Colombia (en esa época: Nueva Granada) quería.

Los tres departamentos que quedaron, como lo especificó uno de los veinte varones que se reunieron en la primera convención nacional de 1830, José Joaquín Olmedo, se encontraban en una “reunión accidental” y por eso ningún departamento tenía primacía sobre otro y todos participaban en las cámaras de representantes y en los senados con igual representación (así funcionó hasta la Constitución de 1861). Esta convención otorgó el 21 de septiembre de 1830 por decreto la capitalidad del nuevo Estado a Quito, sede de una antigua audiencia española.

A partir de la pérdida de las aspiraciones a los territorios del norte en 1832, Quito perdió la posibilidad de ser un gobierno central (quiero decir: ubicado en un centro aproximado, como en los tiempos en que fue sede de una audiencia) para el territorio del Estado del Ecuador. La derrota en la guerra con Colombia la convirtió en una capital excéntrica para el resultante territorio.

En la convención nacional de 1835 que parió una república, celebrada en Ambato, se discutió si la capital del Estado del Ecuador debía ser Riobamba. Tenía la misma lógica que tenía Quito para su territorio audiencial en los tiempos de la dominación española: Riobamba era céntrica para el territorio del Estado tras el Tratado de Pasto. Tenía un timbre de orgullo por haber sido la sede de la convención que originó el Estado del Ecuador y se situaba equidistante a las capitales de los departamentos (que fue la razón por la que los venezolanos Flores y Febres-Cordero escogieron a Riobamba como sede de la convención nacional de 1830).

La elección de Riobamba como capital del Ecuador era un idóneo diseño institucional para desactivar la primacía administrativa de una de las tres capitales departamentales y recuperar la centralidad para una administración más eficaz del Estado.

La moción para debate la presentó un diputado por Chimborazo, Uscátegui. Se suspendió el debate y jamás se lo retomó.