Xavier Flores: Alfaro en Quito
Fue en esta segunda Presidencia Constitucional (1906-1911) que Eloy Alfaro concluyó la emblemática obra del ferrocarril
Cuando Eloy Alfaro entró en Quito el 4 de septiembre de 1895, ello significó el triunfo de la Revolución liberal. Él había dicho en una proclama a inicios de ese año que únicamente “a balazos dejarán vuestros opresores el poder que tienen únicamente por la violencia. […] Marcho, pues, en vuestro auxilio para participar en las penalidades de la campaña y tener la honra de conduciros al combate y a la victoria”. (Proclama de Managua, 5 de febrero). Alfaro triunfó a balazos, gobernó como jefe supremo y convocó a una Asamblea Constitucional que lo eligió primero presidente interino (el 9 octubre de 1896) y después presidente constitucional (el 17 de enero de 1897).
Cuando terminó su primera Presidencia Constitucional (1897-1901), Alfaro impuso a otro militar manabita como su sucesor, el general Leónidas Plaza. Cuando Plaza concluyó su período presidencial (1901-1905) impuso a su sucesor, el comerciante y banquero Lizardo García, quien debía gobernar entre 1905 y 1909. Pero Alfaro no estuvo de acuerdo con esta elección y le tomó los primeros diecisiete días del año 1906 para concluir un golpe de Estado y entrar nuevamente en Quito, el 17 de enero de 1906, para imitar el proceso de 1895: tras el triunfo por las armas convocó a una Asamblea Constitucional que lo eligió primero presidente interino (el 9 de octubre de 1906) y después presidente constitucional (23 de diciembre de 1906).
Fue en esta segunda Presidencia Constitucional (1906-1911) que Eloy Alfaro concluyó la emblemática obra del ferrocarril, por la que es recordado por todo ecuatoriano. Alfaro había decidido que, una vez concluido su período, lo sucedería el comerciante y banquero Emilio Estrada, pero luego se arrepintió por la frágil salud de este.
Estrada empezó su período de gobierno el 1 de septiembre de 1911 y 111 días después estaba muerto de un infarto. El 22 de diciembre de 1911 lo reemplazó en el ejercicio de la máxima autoridad ejecutiva Carlos Freile Zaldumbide, pues la Constitución de 1906 ordenaba que en caso de faltar el presidente constitucional lo subrogaría el “último Presidente de la Cámara del Senado” (art. 71).
A inicios del año 1912, Eloy Alfaro se hallaba en Panamá, desterrado por el gobierno de Freile Zaldumbide. Pero el 4 de enero, Alfaro volvió al Ecuador para intentar un nuevo golpe de Estado que lo conduzca a Quito para gobernar.
Nuevamente corrió sangre en el Ecuador: tras bravos enfrentamientos en Huigra, Naranjito y Yaguachi, el número aproximado de muertos de la guerra civil de enero de 1912 ascendió a unos 3.000. Un número alto, incluso para un país acostumbrado a las imposiciones por la fuerza, como el Ecuador.
Alfaro volvió a entrar en Quito, pero a encontrar la muerte. Perdedor en la guerra civil, se lo trasladó de Guayaquil a Quito en su emblemática obra. Una vez allá, fue reducido a prisión en el Panóptico y en una de sus celdas fue vilmente asesinado. El 28 de enero de 1912 sus despojos fueron arrastrados, burlados y humillados, para terminar incinerados en un parque de la capital, en un episodio conocido como “la hoguera bárbara”.
Quito, ciudad en la que Alfaro entró victorioso en dos ocasiones, cuando su tercer intento, cobró su venganza de él y en él.