Xavier Flores: Los corsarios de 1624
Un nuevo corregidor, José de Castro, había organizado bien las defensas de la ciudad. Por tres ocasiones los corsarios quisieron entrar en Guayaquil
Esta es la historia del ataque que, el año de N. S. de 1624, hicieron unos corsarios a una ciudad tropical de la América del Sur ubicada en la culata de un río, en la cima de un cerrito, poblada por unas 2.000 o 3.000 almas.
Empecemos por el Condado de Flandes, compuesto por los Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo. Por carambolas matrimoniales, este territorio terminó en posesión de Carlos V de Alemania, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. El emperador Carlos V había nacido en Gante (ciudad del condado de Flandes, hoy en Bélgica) y era también rey de Castilla y León con el nombre de Carlos I, aunque carraspeaba muy malamente el castellano. En el Condado de Flandes era querido, pues era uno de los suyos.
Cuando el emperador abdicó en 1556, ascendió al poder su hijo Felipe. Este hombre había nacido en Valladolid, hablaba castellano y en el condado de Flandes no era querido, pues no era uno de los suyos.
Entonces, a las armas: en el curso de una lucha sostenida entre 1568 y 1648, tras el fin de una tregua en 1621, en los Países Bajos organizaron a unos corsarios (piratas con patente) para, en asocio con los ingleses, atacar las posesiones de España en América, en especial, las que estaban en su lado Atlántico. Pero algunos corsarios se aventuraron a atacar sus posesiones en el lado Pacífico. Y así llegó la flota del corsario Jacques L’Hermite, en 1624, a Guayaquil.
L’Hermite nació en Amberes (su nombre original era Jacques de Clerck) y uno de sus afanes en este turbio negocio de saquear pueblos costeros auspiciado por unos insurgentes rebelados contra el dominio español era tomar el puerto del Callao. Pero advertidos como estaban en Perú, dicho puerto se hallaba bien defendido, por lo que la flota de once navíos de L’Hermite solo pudo bloquearlo y enviar algunos navíos a saquear los puertos de los alrededores. Y así fue que se llegó a Guayaquil el 6 de junio de 1624 (también se atacó a Pisco y Puerto Viejo).
A Guayaquil llegaron los galeones Mauritius y Hoop, al mando del contraalmirante Verschoor (L’Hermite ya no podía ser el hombre al mando, pues había muerto de disentería y escorbuto el 2 de junio). Gobernaba la ciudad un corregidor, Diego de Portugal, que contaba con una fuerza de alrededor de 200 hombres armados. Pero los invasores sumaban el doble, y pudieron llegar cerca de la ciudad sin hacerse notar. En Guayaquil solo se atinó a organizar una evacuación, y la ciudad fue saqueada. Los invasores se retiraron con el botín de su rapiña.
Todavía volvieron los corsarios en agosto de 1624, pero Guayaquil había aprendido la lección.
Un nuevo corregidor, José de Castro, había organizado bien las defensas de la ciudad. Por tres ocasiones los corsarios quisieron entrar en Guayaquil, pero en todas fueron rechazados. Los corsarios, finalmente, se retiraron al norte.
Su flota continuó el viaje y concluyó la tercera circunnavegación del globo auspiciada por los Países Bajos, siempre hechas por corsarios (antes fueron Olivier van Noort y Joris van Spilbergen).
Con el tiempo, la lucha de los insurgentes en los Países Bajos y en las aguas americanas rindió sus frutos. Tras la Paz de Westfalia de 1648, Países Bajos obtuvo su independencia de España.