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Escobedo, corruptor y traidor

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Escobedo fue inmediatamente apresado y exiliado a Chile. Nunca más volvió a pisar Guayaquil

Se puede decir que la guayaquileña calle Escobedo recuerda a un tipo que, siendo el capitán de una compañía de un batallón realista, aceptó un pago para apoyar una revolución contra la monarquía tras la cual se convirtió en el jefe militar de Guayaquil y, en tal condición, abusó de sus facultades y de los recursos públicos hasta que fue expulsado de la ciudad por corrupto y por traidor. Así las cosas, la calle Escobedo resulta un homenaje que Guayaquil le rinde a la corrupción y la traición.

El militar peruano Gregorio Escobedo había sido un defensor de la monarquía hasta antes de la revolución de octubre, pero un pago oportuno lo persuadió de apoyar a los revolucionarios.

Triunfante la casi incruenta revolución el 9 de octubre de 1820, el militar Escobedo fue ascendido a coronel y ocupó el cargo de jefe militar de la ciudad. El Cabildo lo escogió presidente de la Junta de Gobierno y jefe civil de Guayaquil a José Joaquín de Olmedo, pero él renunció a los seis días por la conducta que había demostrado el jefe militar. Tras su renuncia, el Cabildo lo escogió a Escobedo en reemplazo de Olmedo. Por unos días de octubre y noviembre de 1820, Escobedo reunió en sí la jefatura militar y civil de Guayaquil.

José Joaquín de Olmedo denunció la conducta del peruano Escobedo al general José de San Martín, que entonces se encontraba en el Perú. En carta del 22 de noviembre de 1820, Olmedo le explicó la conducta abusiva y corrupta de Escobedo en Guayaquil, pues desde el primer día Escobedo metió presos a todos los europeos sin distinción, y encerrándolos en un pontón estrecho, se echó sobre sus bienes, los cuales no entraron en los fondos públicos. Más de ochenta europeos fueron remitidos al Chocó, y sus propiedades ocupadas han desaparecido. Por el desvío de los recursos públicos que hizo Escobedo, le decía Olmedo a San Martín: La escasez de nuestro erario merece el nombre de verdadera miseria.

Olmedo también le denunció al general San Martín que era Escobedo un traidor a la causa de los americanos, por haber conspirado contra este país Guayaquil, preparando la fuerza armada para atacar la Representación de la Provincia. Se decía que no era el amor de la Patria ni de la Independencia el que había hecho tomar una parte activa en la transformación de este país, y sí solo la sed de atesorar, la ambición de mando, y el ansia de salir del estado miserable a que le había reducido su conducta anterior. Esta era una alusión velada de Olmedo a la participación de Escobedo en la revolución motivado por un incentivo puramente material. Olmedo no se dejó y actuó. Él logró que se convoque a un

Colegio Electoral de los representantes de la provincia de Guayaquil (una jurisdicción costera que abarcaba de Manabí a El Oro y que contaba con 57 representantes) el que, reunido del 8 al 11 de noviembre de 1820, adoptó el Reglamento Provisorio de Guayaquil y creó una Segunda Junta de Gobierno que reemplazó a Escobedo por Olmedo como presidente de la Junta de Gobierno. Escobedo fue inmediatamente apresado y exiliado a Chile. Nunca más volvió a pisar Guayaquil.

Nacido en Arequipa el 9 de mayo de 1795, Gregorio Escobedo encontró la muerte en Cusco, el año 1836.