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La oportunidad de cambio llegó

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Por necesidad, el camino a recorrer por la administración de Aquiles Álvarez debe ser el opuesto al que transitó el PSC, en dos aspectos fundamentales

La marcada decadencia del PSC en Guayaquil en estos últimos cuatro años posibilitó que haya cambio en la administración de la ciudad. Casi 31 años después de aquel lejano 10 de agosto de 1992 cuando León Febres-Cordero inició el rescate de una ciudad viciada de roldosismo, en este Guayaquil del 2023 y dado su brutal declive, la administración que empieza Aquiles Álvarez tendrá como misión un nuevo rescate.

Por necesidad, el camino a recorrer por la administración de Aquiles Álvarez debe ser el opuesto al que transitó el PSC en dos aspectos fundamentales. Tan fundamentales que atañen a nuestra vivencia de la ciudad y a la supervivencia misma de la ciudad.

El primero de ellos: el nuevo modelo de administración de la ciudad debe orientar su atención a los sectores populares de una manera planificada y técnica. Contrario a lo que muchos quisieron creer cuando valía el catecismo del éxito de la administración del PSC en Guayaquil, en esta ciudad existen amplios sectores que viven en un casi total abandono de equipamiento urbano. Si se quiere cambiar la convivencia en Guayaquil, estos sectores tienen que ser atendidos de manera prioritaria, con mucha inversión social, planificación y políticas públicas basadas en la evidencia.

Este cambio es necesario, porque no es sostenible vivir en una ciudad en donde uno tiene que planificar sus salidas a la calle como unas experiencias de supervivencia.

El otro aspecto fundamental: el nuevo modelo de administración de Guayaquil tiene que tomarse en serio las amenazas que la ciudad tiene por las inundaciones que ya sufre.

Esta temporada de lluvias ha sido muy decidora de la situación de la ciudad. No es que ella no haya sido conocida por las autoridades, porque la propia Alcaldía de Guayaquil encargó el año 2017 a unos expertos de la Corporación Andina de Fomento (CAF) la elaboración de un informe que se tituló: Vulnerabilidad y adaptación al cambio climático en Guayaquil. Allí se describió una situación crítica: muchos sectores de alta vulnerabilidad, y muchísimas industrias, comercios, centros de salud e instituciones educativas con una alta probabilidad de empezar a ser subacuáticas.

Por fortuna, el citado informe del año 2017 contiene también unas medidas para la adaptación al cambio climático muy razonables y oportunas para enfrentar estas graves amenazas que sufre Guayaquil.

Este informe propone una serie de medidas para reforzar la capacidad adaptativa así como medidas de adaptación verdes, híbridas y grises, que se las desarrolla con mucho detalle: la justificación de cada medida, su alcance, objetivos y finalidad, el potencial, los costos estimados y la duración prevista, además de un análisis de las oportunidades y barreras para su aplicación.

El final de la administración de Nebot y toda la administración de Viteri ignoraron, casi en su totalidad, las medidas propuestas por la CAF el año 2017. Así, queda casi todo por hacer en un tema que atañe a la supervivencia misma de la ciudad. Y si no se toman importantes medidas, como las que se recomendaron en el informe de la CAF, a este año 2023 lo recordaremos como apenas los arrabales del infierno.

La oportunidad de cambio llegó y hay un rescate por hacer.