Editorial: El destino de los impuestos
En nuestro país los servicios públicos son, en la ruralidad y en grandes zonas urbanas, un privilegio al que pocos acceden
Por lo general, en aquellos países donde la calidad de vida es muy buena, los ciudadanos pagan impuestos importantes. Sin embargo, aquello no merece la queja de los contribuyentes, aun cuando implique entregar al Estado una cantidad considerable de sus ganancias, porque como contraprestación reciben servicios públicos de primera. Cuentan con sistemas de salud que funcionan eficientemente, educación acorde a la globalización y el desarrollo tecnológico actual, conectividad efectiva, seguridad, vialidad en excelentes condiciones, transporte público asequible que garantiza una movilidad idónea, etc. En nuestro país los servicios públicos son, en la ruralidad y en grandes zonas urbanas, un privilegio al que pocos tienen acceso. En las ciudades por ejemplo, no todos tienen acceso a agua potable; no existe transporte público eficiente, seguro ni cómodo; no hay espacios públicos ni áreas verdes suficientes; el tráfico es caótico; no existe reciclaje ni medidas efectivas para contrarrestar la contaminación, y tampoco se conocen, si existen, los planes de desarrollo programados para el futuro.
Por eso ante el anuncio de que se recaudarán nuevos -o resucitados- impuestos a los guayaquileños, la ciudadanía merece conocer cuál será el destino que se dará a esas contribuciones y de qué manera mejorarán su nivel de vida.