Defender la democracia en América Latina
El Ecuador, que acaba de recuperar su sentido de la democracia fundamentado en el respeto a las libertades, debe mirar cuidadosamente en las raíces de la protesta social que afecta al continente’.
En diversos sectores del continente, en estos días de pandemia, se ha develado lo que podría denominarse “el malestar de la democracia en el continente”. Explosiones populares, llenas de ira y con manifestaciones vandálicas que desvirtúan el legítimo derecho a la protesta, reconocido constitucionalmente en la mayoría de nuestros países, obligan a superar las reflexiones simplistas que intentan poner el énfasis respecto de las causas de la frecuente conmoción social en agentes externos, olvidando la magnitud de la pobreza, el desempleo y la desigualdad. Conviene recordar -para no perder la posibilidad de apreciar con realismo la situación- que América Latina es el continente más desigual del planeta. Sin duda, para aclarar, no el más pobre, pero sí el más desigual.
En ese terreno, la COVID-19 ha hecho crecer la angustia con la muerte, haciendo presencia en un dramático acontecer cotidiano, marcado por las deficiencias de los sobrepasados servicios de salud. Si en ese entorno cualquier gobierno toma medidas económicas que graban la economía popular, es más explicable la explosión.
Para defender la democracia, entonces, esta tiene que evidenciarse mejorando la condición de vida de las mayorías; esto es, siendo, como lo quería Lincoln: gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.