El discurso bajó de talla
Ahora que el viento electoral vuelve a soplar, es un momento propicio para insistir a los políticos que eleven la discusión. Más intercambio de ideas coherentes y menos videos de TikTok
El discurso político se puso tanto a dieta en estos últimos años que ahora palidece frente a las disertaciones de políticos de antaño, que no necesitaban discursos escritos y mucho menos teleprónter para exponer y defender sus ideas. Los legisladores actuales, salvo honrosas excepciones, carecen incluso de la capacidad de leer fluidamente lo que sus asesores escriben por ellos, o de revisarlo previamente para distinguir errores garrafales como que ‘antimonía’ (en lugar de ‘antinomia’) es una palabra que no existe en el lenguaje español.
Esto, claramente, idiotiza el debate político. Limita la oportunidad de los ciudadanos de ver y escuchar un verdadero intercambio de argumentos de quienes, por cierto, reciben un sueldo costeado por los impuestos que pagan todos los ecuatorianos. Postular a personas incapaces de leer correctamente y de argumentar ideas coherentes se acerca bastante a un desfalco a los ciudadanos.
Ahora que el viento electoral vuelve a soplar, es un momento propicio para insistir a los políticos que eleven la discusión. Más intercambio de ideas coherentes y menos videos de TikTok. Y por qué no, que se sometan a un examen básico de lectura comprensiva, a ver si el discurso aumenta de talla.