Editorial | Acertar en la dirección del tránsito

Sin un cambio radical en la planificación y ejecución de las políticas de tránsito, Guayaquil seguirá sufriendo

La gestión y planificación de la entidad de tránsito de Guayaquil es objeto de críticas constantes por las decisiones desacertadas que temo y que no han hecho más que agravar el ya caótico estado de la circulación vehicular. Las medidas implementadas parecen estar desconectadas de la realidad cotidiana de conductores y peatones, y en lugar de aliviar el tráfico, provocan embotellamientos severos, convirtiendo las calles en un calvario para quienes transitan por ellas.

La falta de un plan integral bien estructurado es evidente y los resultados son palpables: largos tiempos de espera, estrés continuo y una sensación de impotencia ante una situación que no mejora.

A esta situación de desorganización vial se suma un problema aún más preocupante: la inseguridad. Los atascos prolongados dejan a los conductores vulnerables y sin posibilidad de maniobra ante asaltos y robos.

Es imperativo que la Agencia de Tránsito revalúe y rectifique sus estrategias con urgencia, y que implemente soluciones basadas en estudios técnicos y en la experiencia de ciudades que han logrado mejorar su movilidad. Sin un cambio radical en la planificación y ejecución de las políticas de tránsito, Guayaquil seguirá sufriendo las consecuencias de decisiones mal tomadas.