Editorial | Amicus curiae vanidosos
Todo apunta a que se configura una maniobra claramente dilatoria para extender la resolución de este caso
Cuántos amicus curiae son necesarios para entender la Constitución y la sucesión presidencial. No muchos. De hecho, no debería ser necesario ninguno. La Carta Magna de un país debería ser lo más clara posible para que cualquiera que sepa leer pueda entenderla, pero esto es Ecuador donde parece que los políticos se esfuerzan por enredarlo todo. Más de cuarenta amicus curiae se presentaron en el marco de la acción de protección contra un sumario administrativo que suspendió de sus funciones a la vicepresidenta. Qué tanto puede diferir la postura uno del otro, si la mayoría está a favor de la segunda mandataria.
Todo apunta a que se configura una maniobra claramente dilatoria para extender la resolución de este caso hasta después del inicio de la campaña electoral, por el interés particular de unos cuantos que esperan en la cola sus 10 minutos de fama. La jueza, que seguramente - o eso se asume - es una funcionaria conocedora de la ley y con un criterio bien formado, no necesita escuchar a más de 40 personas hablar lo mismo para tomar una posición.
Existe un interés mayor: la certeza que claman los ciudadanos. El dilatar una resolución, cualquiera que sea siempre enmarcada en la ley, está lejos de brindar certidumbre y la jueza debería saberlo.