Editorial | Cambios para consolidar la democracia
Es urgente, entonces, que la sociedad ecuatoriana demande a la clase política y a las autoridades correspondientes
Los resultados de las votaciones del domingo dejaron un mensaje claro: el electorado ya no quiere candidatos improvisados que buscan partidos de alquiler para candidatizarse a la presidencia de la República, quizá con el único interés de poner en su hoja de vida que se postularon para esa función. El sistema vigente permite la supervivencia de partidos sin ideología ni estructura orgánica que garanticen un ejercicio democrática interno y pleno. Actualmente, muchos partidos no son sino un membrete con dueño, que esperan que cualquier aventurero de la política los busque para llegar a un acuerdo, a veces económico, y que el Consejo Nacional Electoral los inscriba con ese candidato. Ese sistema permite que personas que ni siquiera viven en el Ecuador o que no tienen ninguna trayectoria de servicio o de participación en la esfera pública se beneficien del financiamiento del Estado para hacer campaña.
Separando los votos de los dos candidatos finalistas, los 14 candidatos restantes apenas lograron un 12 % de la votación total. Es urgente entonces que la sociedad ecuatoriana demande a la clase política y a las autoridades correspondientes que hagan una reforma legal y constitucional que ponga fin a este sistema absurdo y garantice un sistema de partidos reales y coherentes, como ocurre en las democracias más sólidas.