Editorial | Carreteras inseguras
Las vías deben ser seguras y transitables, no solo para mantener el flujo, sino para preservar lo más valioso: la vida
La proliferación de baches, la señalización inadecuada o completamente ausente, y el pobre mantenimiento general son características que describen el lamentable estado de las carreteras. No son meros inconvenientes, sino riesgos reales que ponen en peligro la vida de miles de personas que dependen de estas vías para su traslado diario.
Un viaje puede llegar a asemejarse a un campo minado. Los conductores deben estar constantemente alerta, maniobrando para evitar causar daños a sus vehículos o, lo que es peor, sufrir accidentes graves.
Las autoridades pertinentes, encargadas del mantenimiento y seguridad de estas vías, han olvidado su responsabilidad fundamental de garantizar que las infraestructuras viales no solo sean funcionales, sino seguras.
No podemos seguir ignorando el hecho de que cada accidente en nuestras carreteras no es solo una estadística más; es una vida humana, familias afectadas y un claro recordatorio de nuestro fracaso colectivo en la gestión de la seguridad vial.
Necesitamos inversiones significativas en la infraestructura vial y un plan de acción claro que no solo busque reparar los daños evidentes, sino que también promueva un mantenimiento preventivo regular. La señalización también debe mejorarse de manera urgente.