Editorial: Ceñirse a los protocolos
El Estado y los militares deben asumir su responsabilidad con acciones contundentes
La desaparición de cuatro adolescentes retenidos de manera indebida por militares debe generar una profunda reflexión en todos los estamentos del Estado y en la sociedad. Este episodio no solo evidencia una grave vulneración de los derechos humanos, sino que también pone de manifiesto fallos estructurales en la institución castrense y en las políticas de seguridad, al no cumplir con los protocolos diseñados para prevenir situaciones similares.
La actuación indebida de quienes tienen la responsabilidad de proteger a la ciudadanía debilita la confianza en las Fuerzas Armadas y, lo que es peor, fortalece al crimen organizado.
La responsabilidad de este lamentable suceso trasciende a los soldados que llevaron a cabo las acciones; recae también en los mandos militares y líderes políticos que han erosionado la institucionalidad, permitiendo que la impunidad y la falta de disciplina se arraiguen en la estructura castrense.
Este caso no es solo una tragedia para las familias afectadas, sino también un reflejo de un sistema que necesita con urgencia ser revisado y fortalecido desde sus cimientos. Es un recordatorio crudo y doloroso de que el respeto a la vida y la dignidad humana no pueden ser relegados en ninguna circunstancia.