Editorial | Concursos inútiles

Es culpa de un sistema que no sirve. Que no cumple con su cometido

Cualquiera pensaría que funcionan a la perfección. Tienen nombres altisonantes: “Concursos de méritos y oposición”, pero no miden los méritos y mucho menos la aptitud de sus candidatos. Los concursos para la selección de autoridades resultaron ser un gran fiasco de Montecristi y para muestra están las prórrogas en funciones de autoridades que ya deberían estar en cualquier otra parte, menos sentados en los cargos que hoy ocupan, porque sencillamente su tiempo terminó. Los vocales del Consejo Nacional Electoral son de esos que ya debieron ser reemplazados hace tiempo, pero siguen ahí, bien atornillados a las sillas.

Claramente, no es culpa de ellos, sino de un sistema que no sirve. Que no cumple con su cometido. Que fue creado con la ilusión de una supuesta participación ciudadana y que se convirtió, en un inicio, en el amarre de un partido único y, ahora, en el reparto al vaivén de quienes tengan la mayoría de votos dentro del Consejo de Participación Ciudadana.

Demoler ese sistema será una tarea complicada. Pero el problema ya está identificado, ahora lo que se requiere es un presidente con la voluntad política para romper ese candado. Encontrar uno que no se deje seducir por el poder de controlar a las autoridades de selección, con la clase política ecuatoriana que tenemos, está resultando complicado, prácticamente imposible.