Editorial | Conservemos las fuentes de agua

Un buen ejemplo de ello es Colombia, que con leyes ha impedido a todo nivel la explotación minera en los páramos

La escasez de agua en el caudal de Paute mantiene en vilo a todo un país agobiado por los apagones, pero más allá de esperar y de rezar a los santos para que llueva, ¿se está dando algún tratamiento y cuidado por parte del Estado ecuatoriano a las fuentes de aguas que tenemos? La respuesta, aparentemente, es ninguno. No al menos en la zona austral de El Cajas, en Azuay, donde tienen su origen todas las corrientes de agua que convergen en el Paute, y donde, según estudios, se está permitiendo la explotación minera a gran escala, agravando aún más la disminución de aquellos caudales de los que dependen las hidroeléctricas, encargadas de generar 70 % de la electricidad del país.

El Gobierno debería estar revisando este tema y transparentarlo con información real y confiable sobre el impacto negativo que podría estar teniendo la minería en zonas sensibles y de gran fragilidad, como los páramos, sobre la producción de agua y en los niveles de contaminación de afluentes que, por ende, podrían afectar la salud de los ecuatorianos.

En esta crisis energética, todo un país debería estar debatiendo sobre cómo se deben manejar las fuentes de agua. Un buen ejemplo de ello es Colombia, donde con leyes se ha impedido a todo nivel la explotación minera en los páramos, como una medida para conservar afluentes y en consecuencia el bienestar de la población.