Editorial | Depuración inmediata
La crisis de seguridad en Ecuador ha alcanzado niveles alarmantes
El país no puede seguir desatendiendo la grave fractura en la institucionalidad de la Policía y de las Fuerzas Armadas, provocada por el gobierno que permaneció diez años en el poder y que fue el punto de partida de la crítica situación de inseguridad que padece el Ecuador, la cual ha alcanzado niveles alarmantes.
Mientras no se lleve a cabo una verdadera depuración de los miembros de los cuerpos de seguridad del Estado, permeados por los tentáculos de la corrupción y el narcotráfico, no habrá cambios significativos ni en esas instituciones ni en la atención a la ciudadanía. Las recientes detenciones de miembros activos y en servicio pasivo de la Policía y la Marina no hacen más que confirmar el alto grado de infiltración existente, lo que invalida cualquier intento de protección ciudadana.
El gobierno actual, así como el próximo, que asumirá funciones en unos meses, tienen la responsabilidad de definir una política de seguridad sostenible en el tiempo que permita una reingeniería completa de las fuerzas del orden, tal como lo han logrado otros países en situaciones similares. Es inadmisible que, bajo el pretexto de la falta de combustible para los patrullajes, tanto policías como militares permanezcan inactivos, mientras los grupos criminales se fortalecen.