Editorial | Una dosis de oxígeno para los negocios
Es obligación del Gobierno precautelar que esa cadena productiva no se rompa
El comercio del país agoniza en medio de las pérdidas económicas y la incertidumbre futura que dejan los apagones de hasta 10 horas por día, pero son los pequeños negocios los que están aguantando las peores consecuencias. Sin tener acceso a los recursos necesarios para paliar los efectos, este sector se está viendo obligado a paralizar sus actividades, debilitando así las bases de una economía ya tambaleante.
El Gobierno no debe quedarse impávido, resignándose a creer que este es un efecto ineludible de una crisis nacional que toca a todos. Es su obligación precautelar que esa cadena productiva, que inicia y se sostiene con el funcionamiento de pequeños emprendimientos, no se rompa. El comercio requiere de una dosis de oxígeno, que debe suministrarse por la vía de compensaciones, las cuales deben ir más allá de no cobrar las tarifas eléctricas de un servicio ineficiente o que no se recibe. Lo contrario son las consecuencias ya vividas en época de pandemia, con el cierre de locales, deudas impagas, falta de inversión y más desempleo. Si las cuentas fiscales, como dice el mismo Gobierno, ya se han estabilizado, entonces es hora de revisar la carga fiscal para este segmento que ya ha sido golpeado por un menor consumo de hogares y en un contexto de inseguridad.