Editorial | Ecuador no discute lo trascendente

Ni las autoridades ni la población dedican tiempo a buscar soluciones para los problemas más apremiantes

Los temas que concentran la atención de los ecuatorianos no son aquellos de los que depende el progreso de la nación. Ni las autoridades ni la población dedican tiempo a buscar soluciones para los problemas más apremiantes, ni a plantear ideas innovadoras o rutas a seguir para encaminar al país hacia un desarrollo sostenible explotando sus ventajas competitivas, dada la riqueza de su territorio y su estratégica ubicación. No se discute sobre reformas a la educación para que se ajuste a las demandas de un mundo cada vez más dominado por la tecnología e interconectado en todos los ámbitos. No se proponen políticas de Estado para garantizar la continuidad en legislación tributaria o comercio exterior, en explotación de recursos y preservación ambiental, en conectividad o en investigación. No se formulan mecanismos para sanear el sistema de salud pública o para concesionarlo al sector privado, aun cuando esté al borde de la quiebra. No se piensa cómo viabilizar la construcción y reconstrucción de carreteras. Y pese a la falta de recursos del Estado, tampoco se avanza en la concepción de un modelo que permita la participación privada en sectores estratégicos como la generación eléctrica, aunque el país viva una cuasi paralización por el déficit que aumenta año tras año. Pareciera que nada de esto interesa. ¿Qué debe pasar para que la sociedad despierte?