Editorial | Encrucijada venezolana
Cada vez es más incierta una solución pacífica y democrática en Venezuela
Las recientes elecciones en Venezuela han dejado al país al borde de una crisis aún más profunda, que puede desencadenar en una situación de violencia y de confrontación interna jamás antes vista. La reelección del presidente, marcada por las acusaciones de fraude electoral, ha exacerbado la desconfianza y la desesperanza de una población golpeada por años de dificultades económicas y sociales. Dos posibles escenarios: la migración masiva o el desangre interno.
Al ambiente de protesta en las calles con clamores de justicia y democracia se suma el rechazo internacional creciente contra un régimen que se considera ilegítimo, rechazo que podría estar acompañado de sanciones económicas que complican todavía más el panorama. La fuerza y la duración de las protestas dependerán de la determinación y la capacidad de la oposición para organizarse y mantener la presión sobre el gobierno, así como del apoyo logístico que reciban y del nivel de represión que ejerzan las fuerzas de seguridad del madurismo.
Oponerse a otro período bajo un régimen que consideran ilegítimo es una prueba más de la fortaleza y del poder de resiliencia del pueblo venezolano. La esperanza reside en que tanto la presión interna como la externa converjan para abrir un camino hacia la democracia y la recuperación de un país que merece un mejor destino.