Editorial | Otro golpe a la salud
La falta de electricidad compromete la conservación de los alimentos y aumenta el riesgo de intoxicaciones
Los prolongados cortes de energía eléctrica, además de afectar las actividades diarias y la productividad del país, impactan directamente en la salud de la población, tanto física como mental y, por ende, en su bienestar emocional.
La carencia de luz, especialmente en las noches, acompañada de la falta de otros servicios básicos como agua potable y telefonía celular, provoca altos niveles de estrés en las personas, particularmente en quienes están más acostumbradas a utilizar artefactos eléctricos y a mantener una comunicación telefónica constante. Sentirse impotente ante una situación que no solo trastoca los hábitos, sino que aumenta los gastos y reduce los ingresos económicos, provoca múltiples sentimientos, entre ellos desaliento, enojo, desesperación y angustia, que pueden desembocar en depresión.
La salud física también está en alto riesgo, ya que la falta de electricidad limita la conservación de los alimentos y rompe las cadenas de frío de carnes y mariscos. El peligro de una intoxicación alimenticia es mayor en la zona costera del país debido a las altas temperaturas diurnas y nocturnas. De ahí la necesidad urgente de que los sistemas de salud estén preparados para atender una mayor demanda de asistencia médica, tanto para la salud física como mental.