Editorial: Un Estado grande nunca es eficiente
La abultada cantidad de burócratas hace que la atención al ciudadano se conviertan en procesos engorrosos
El correcto funcionamiento del Estado ecuatoriano no es posible si no se aborda el tema de su tamaño. Si bien ha indicado que en los actuales momentos la mayor parte de la burocracia la integran médicos y policías, no es menos cierto que el costo que tiene el desempeño de la función pública sigue siendo demasiado alto, lo que vuelve difícil encontrar un equilibrio fiscal.
Un Estado adiposo nunca es eficiente pues la abultada cantidad de burócratas hace que la atención al ciudadano y la solución de sus problemas se conviertan en procesos engorrosos y enredados.
Un ejemplo que demuestra que el tema de la reducción del tamaño del Estado no ha sido abordado de forma responsable es el de la Vicepresidencia de la República que, aunque ya no tiene funciones concretas en el país porque la vicepresidente desempeña un cargo en el extranjero, sigue teniendo una nómina considerable de funcionarios, sin que se conozca si están realizando alguna labor.
Otro ejemplo es el de la gran cantidad de choferes que hay en el Estado, lo que obedece a disposición engendrada durante el boom petrolero de hace 15 años de que casi todo funcionario público debía tener un vehículo para su uso. Un Estado eficiente tiene la cantidad justa de servidores, lo cual le permite financiar su operación sin sacrificar gasto social por tener que sustentar una nómina grande innecesaria.