Editorial | Guápulo y el drama de la movilidad quiteña
El constante paso de miles de vehículos ha ahuyentado al turismo de Guápulo
Lo que ocurre con Guápulo refleja la escasa visión que, durante décadas, han tenido las autoridades municipales de Quito. Tratándose de uno de los espacios urbanos más atractivos de la capital por su paisaje, su iglesia y monasterio así como por su historia, debería ser de los lugares más atractivos para el turismo y para el desarrollo de la industria del entretenimiento.
Guápulo tiene todo el potencial para ser un centro turístico de primera en la ciudad. Sin embargo, en los últimos años se ha convertido en una ruta de tránsito de una parte de los vehículos que se trasladan entre los valles y el centro de la ciudad. Este fenómeno ha hecho que lastimosamente, cualquier intento del empresariado privado por aprovechar las riquísimas características del lugar hayan encontrado terreno fértil para su desarrollo. El constante paso de miles de vehículos cuyos propietarios buscan desesperadamente conectarse entre el valle de Tumbaco y Cumbayá con Quito ha ahuyentado al turismo y a ciertos sectores de la sociedad que hasta hace algo más de 15 años veían en esa zona un lugar también atractivo para vivir.
El drama se debe en gran parte a la incapacidad de las autoridades en encontrar una solución al inmenso problema de movilidad entre Quito y los valles.