Editorial: Hablar con la verdad
Hablar con la verdad y sinceridad es una práctica que se ha perdido en la clase política
En una campaña electoral llena de bulos, insultos y escasez de claridad sobre el futuro del país, que uno de los dos candidatos finalistas diga la verdad es muy valioso y apreciado. Por ejemplo, lo que se vendió a los votantes como una reunión entre el presidente-candidato y su par de Estados Unidos, parece que no pasó más allá de una foto en un evento de un reconocido resort de Florida. Más honesto hubiera sido decir frontalmente que iba a una reunión social en la que aprovecharía la oportunidad para abordar dos o tres temas importantes para el país.
Igual de honesta debe ser la otra candidata con los electores y su posición frente a Venezuela. Ha quedado claro que reconocerá al régimen dictatorial con el que comparte líneas ideológicas y, por consiguiente, estará dispuesta a asumir las consecuencias -incluso económicas- para el país de codearse con quienes son vistos como parias por varios países democráticos del planeta e importantes socios comerciales de Ecuador.
Hablar con la verdad y sinceridad es una práctica que se ha perdido en la clase política. Está más que claro que ambos finalistas están dispuestos a todo con tal de ganar las elecciones. Y ese ‘todo’ representa, incluso, maquillar la realidad o minimizar el peligro de perder la estabilidad económica y aislarnos frente al mundo por mantener fuertes vínculos con regímenes dictatoriales.