Editorial: La hora del estadista
El ataque al terrorismo de las mafias debe ir acompañado de una lucha sin cuartel contra la corrupción y la concreción de cambios estructurales
El presidente de la República tiene la oportunidad de aspirar a la reelección asumiendo las responsabilidades de un estadista, sin echar mano de fórmulas populistas como parte de una campaña electoral. Hoy le toca asumir desafíos que podrían convertirlo en un mandatario que merezca el reconocimiento y la confianza de la ciudadanía. Uno de ellos, urgente e ineludible, es llevar adelante una lucha efectiva contra el narco-terrorismo, sin pensar en acuerdos tras bastidores con grupos que pueden estar vinculados a las mafias. Los resultados de un combate frontal y eficaz serán, sin duda, los mejores argumentos para ganarse el favor de los electores. Ese ataque al terrorismo de las mafias debe ir acompañado de una lucha sin cuartel contra la corrupción y la concreción de los cambios estructurales que se requieren para transformar positivamente al Estado, todo lo cual constituiría la mejor campaña electoral posible. Si además en lo económico el presidente decide tomar las decisiones que por ser impopulares han rehuido sus antecesores, más tarde que temprano estas se traducirán en una economía sana y vigorosa, y el electorado, ante la gestión de un estadista serio y responsable, lo retribuirá concediéndole el voto. Los ecuatorianos querrán reelegirlo para garantizar la continuidad de lo iniciado y avanzar hacia el progreso bajo su tutela.