Editorial | Incendios provocados
Es imposible ignorar la sospecha de que detrás de estas tragedias hay manos humanas responsables
El hecho de que muchos incendios hayan ocurrido de manera simultánea y en puntos estratégicos del Ecuador genera sospechas razonables de que no se trata de simples accidentes provocados por el descuido humano, como podría suponerse. Es alarmante pensar -ya lo han dicho las autoridades- que estos eventos pudieran haber sido iniciados deliberadamente para generar pánico entre la población, una táctica propia del terrorismo.
Si estos incendios son intencionales, la intención parece ser más que simplemente dañar la naturaleza: buscan sembrar miedo, caos y desconfianza en las instituciones encargadas de proteger a los ciudadanos. Las llamas que arrasan los parques también afectan la estabilidad emocional y social de la gente, que se siente vulnerable y desprotegida.
No podemos permitir que el miedo continúe dominando a la sociedad ecuatoriana. Los incendios provocados, si se confirman como actos de terrorismo tras ser investigados, deben castigarse con todo el peso de la ley.
Al mismo tiempo, la población debe mantenerse alerta y unida, sin dejarse vencer por el terror que estos actos buscan sembrar. La naturaleza, nuestra seguridad y nuestra paz, no pueden ser rehenes de quienes buscan desestabilizar al país mediante el fuego y el miedo.