Editorial: Inseguridad costosa

El problema de inseguridad no es algo que debamos trabajar puertas afuera, invirtiendo en stands innecesarios

El país lleva más de año y medio sumido en una grave crisis de violencia que lejos de apaciguarse sigue cobrando vidas y restando fortalezas a la economía. El tema de inseguridad continúa siendo el gran pendiente de este Gobierno, que aún no parece encontrar el camino indicado para contrarrestar su efecto.

La advertencia que el Fondo Monetario Internacional hace sobre un inminente recrudecimiento del índice delictivo, ubicándolo como el principal depredador del desarrollo económico de Ecuador, se siente ya en el mercado: en la menor demanda y facturación porque los negocios deben cerrar a tempranas horas, en el cierre de locales que han sido amedrentados o quebrados por el pago de vacunas, o en la caída de inversión extranjera o del dinamismo de la actividad turística. Todo eso preocupa sobremanera y es hora de ponerle coto moviendo las bases sobre las cuales actúa el crimen organizado. El problema de inseguridad no es algo que debamos trabajar puertas afuera, invirtiendo en stands innecesarios en ferias internacionales o renovando un logo país pues eso no va a convencer al mundo de que somos un destino al cual dirigirse. El cambio va por la vía interna. La economía requiere un impulso y el retorno de la tranquilidad es imprescindible para reactivarnos y lograr que las empresas vuelvan a invertir y a generar empleo adecuado.