Editorial: Una invitación a la paz

Pero este anhelo no depende solo de los políticos, también de los ciudadanos

Luego de una de las campañas electorales más vacías de propuestas, y llena de odio y miedo, es momento de bajar las revoluciones y aterrizar en la realidad del país. Aunque suene trillado y un poco utópico: hay que unirse. 

La construcción de una sociedad en paz y pujante pasa necesariamente por deponer todos los intereses partidistas y ubicar en primer lugar la agenda de los ciudadanos. Es una invitación a la paz, a la reconciliación, a dejar a un lado los odios y los rencores, y a que todas las fuerzas políticas se unan para trabajar en la remodelación del Ecuador en el que todos queremos vivir. 

Uno en que se pueda salir con tranquilidad cada día, sin el temor de ser asaltado. Uno en el que se pueda disfrutar del sol y el mar sin el riesgo de que una bala perdida lo alcance, solo por estar en el momento y lugar equivocado. Pero este anhelo no depende solamente de los políticos, también es responsabilidad de los ciudadanos. La remodelación del país pasa necesariamente por vivir la política día a día y no únicamente cada cuatro años, por el certificado de votación. Demanda la constancia de exigir a los gobernantes y criticarlos de manera constructiva. Ese es el rol real del ciudadano.

Llegó el momento de ponernos a trabajar, todo, juntos, para encontrar la solución a los problemas urgentes.