Editorial | A luchar contra las extorsiones
Cuando la sociedad se organiza y exige sus derechos, las autoridades se ven obligadas a responder
Urge despertar en el pueblo ecuatoriano el espíritu ciudadano que se niegue a aceptar la violencia y el abuso como parte de la cotidianidad, tal como lo hacen los bomberos de Lima, quienes han salido a las calles de su ciudad para alzar la voz contra los extorsionadores. Estas manifestaciones, que deberían multiplicarse en el territorio ecuatoriano, demuestran que la resistencia activa de la población puede convertirse en un catalizador para exigir a las autoridades respuestas concretas frente a la inseguridad y la criminalidad.
Ecuador no puede seguir hundiéndose en una peligrosa inercia, donde la adaptación al caos sustituye a la protesta y la exigencia de justicia. Los ciudadanos no pueden resignarse a convivir con la inseguridad como si esta fuera inevitable, ya que tal actitud refleja una fractura social que comienza a normalizar la corrupción y perpetuar un estado de miedo e impotencia.
Romper con la apatía y alzar la voz no solo es un acto de valentía ciudadana, sino también de esperanza. Ecuador necesita, más que nunca, ciudadanos que se resistan al conformismo y demanden un cambio real. Solo así será posible construir un futuro donde la seguridad, la justicia y la integridad prevalezcan sobre el miedo y la impunidad.