Editorial | El Machángara y el futuro del agua en el país
De la suerte que tenga el caso Machángara, dependerá la calidad de vida de millones de ecuatorianos
La lucha de ciertos sectores de la opinión pública por descontaminar el río Machángara en Quito se ha convertido en un precedente importantísimo para el futuro y el bienestar del país y las nuevas generaciones. Habiendo empezado como una movilización a partir de un revelador documental, la alarma ante un daño inminente a la naturaleza y a la salud de los ecuatorianos tomó fuerza y logró agitar a ciertos estamentos del Estado, al punto que en un fallo histórico se declaró al río como sujeto de derechos, a la vez que se determinó que es el Municipio de Quito el responsable de su afectación, ordenándosele la implementación de un plan de descontaminación que debe incluir soluciones alternativas y sustentables para el tratamiento de aguas. Sin embargo el Municipio apeló la sentencia.
Dado que la polución del agua no es exclusiva de la capital y se repite en todo el Ecuador, el tema es de interés nacional. Según una publicación reciente de este Diario, casi tres cuartas partes del agua que se utiliza en el país no tiene ningún tratamiento y contamina los ríos. De la suerte que tenga el caso Machángara dependerá la calidad de vida de millones de ecuatorianos que utilizan y beben de fuentes hidrológicas contaminadas, algo que de no atenderse de manera inmediata y contundente, tarde o temprano desembocará en un gravísimo problema de salud pública.