Editorial: Orgullo deportivo
La alegría y el orgullo que traen estos deportistas son como un bálsamo para un país alicaído y cabizbajo
El deporte, una vez más, al rescate. La delegación de Ecuador para los Juegos Olímpicos de París 2024 logró una participación histórica. La primera mujer con dos medallas y el primer hombre en ganar dos preseas en el mismo certamen son algunos de los hitos que se marcaron, sin contar la primera medalla en la categoría de lucha, la serie de diplomas olímpicos y el haberse ubicado en el segundo lugar del medallero de Sudamérica, solo por debajo de Brasil.
La alegría y el orgullo que traen estos deportistas son un bálsamo para un país alicaído y cabizbajo. Ellos son un ejemplo, para todos los ecuatorianos, de que con esfuerzo, dedicación y constancia se puede llegar a lo más alto internacionalmente, en un campo tan menospreciado en Ecuador como es el deporte (a excepción del fútbol). En ellos, en cada marchista, luchadora, halterófila, nadador, atleta, corredor hay un ejemplo de vida, de lucha, de obstáculos superados y por superar. Ellos deben ser los verdaderos modelos a seguir para la juventud ecuatoriana, no otros. Por eso deben contar desde el inicio de su carrera deportiva con apoyo incondicional de la empresa privada y del Gobierno Nacional, pues sus triunfos son de todo el Ecuador. Estas victorias hinchan el pecho de orgullo y constituyen semillas de futuras alegrías deportivas.