Editorial | El origen de Coca Codo fue infame

No haber hecho estudios ambientales para garantizar la viabilidad de una estructura, no solo es inaudito, sino infame...

Impulsar una fiscalización que acompañe las acciones que el Gobierno debe tomar para evitar más apagones en el país es imprescindible, pero la labor de los asambleístas en este tema no debe terminar ahí. Su tarea debe apuntar a marcar precedentes para que nuevas autoridades no le sigan ‘viendo la cara’ a la ciudadanía. La crisis energética que hoy sufren los ecuatorianos, en gran medida, se da por no haber tomado precauciones mínimas en una obra tan clave como Coca Codo Sinclair.

Lo revelado en el informe del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos, sobre que el impacto de la erosión regresiva del río Coca podría hacer colapsar a la hidroeléctrica en apenas tres años, desnuda una vez más la forma en cómo en la era del correísmo se ejecutaron millonarias obras. No haber hecho estudios ambientales para garantizar la viabilidad de una estructura que llegó a costarle a los ecuatorianos $ 2.400 millones, no solo es inaudito, sino infame por las consecuencias económicas que eso hoy le representa al Estado. La fiscalización no debe ser una herramienta de persecución política, sino la vía para hacer que funcionarios rindan cuentas por lo que hacen. Ese informe debería servir para llamar a declarar a ministros y actores que estuvieron vinculados a esta magna obra, cuya funcionalidad pudo llegar a desvirtuarse por intereses personales.