Editorial: Permitir que un tercero ejecute
El inicio de un nuevo año debe mostrarse como la oportunidad de empezar a ‘girar el timón’ y optar por las alianzas
El 2024 no ha sido un buen año para impulsar la obra pública. El Gobierno se enfocó en ajustar las cuentas para así paliar el alto déficit fiscal, pero dejó de lado la ejecución de proyectos elementales de gran impacto social y económico, pese a que es posible optar por la vía de la concesión para administrar y financiar infraestructura que el Estado no puede llevar a cabo por su cuenta.
El inicio de un nuevo año debe mostrarse como la oportunidad de empezar a ‘girar el timón’ y optar por las alianzas o convenios entre lo público y lo privado, para edificar las cárceles que requiere el país en medio de un contexto de alta criminalidad, así como para construir o reparar carreteras por décadas olvidadas, o para dar ‘oxígeno’ al agonizante sistema de salud que tenemos. Si un Estado carente de recursos y de eficiencias administrativas no puede satisfacer estas necesidades, debe permitir que un tercero lo haga. No es sostenible que en el país se siga satanizando un modelo de crecimiento empleado en naciones del primer mundo, que sí garantiza mejores servicios públicos, compensando el pago de impuestos, así como la reactivación del empleo. No mirar más allá de la gestión estatal es no pensar en el potencial que el país tiene para seguir desarrollándose y salir del estancamiento.