Editorial: El puente del Gallo Pelón
En la capital acaba de entrar en funcionamiento el Metro, luego de más de una década de que se anunció su construcción
Al igual que el antiguo cuento de nunca acabar, el Quinto Puente se ha convertido en un anhelo guayaquileño que ha retoñado y decaído un sinfín de veces en los últimos años, al punto que genera frustración pues es una obra realmente necesaria. Presupuestos que se vuelven a hacer, prospectos que se reforman, se amplían, se reducen, se discuten y se vuelen a denegar constituyen la película que toda la ciudad aspira que llegue a su fin.
Pero no con el archivo del proyecto y su olvido, sino con su inmediata adjudicación para que se empiece a construir lo antes posible, pues los problemas de tránsito, agravados por la circulación de transporte pesado por sus principales y congestionadas avenidas, se están volviendo inmanejables e intolerables. Además del tiempo que se pierde, se registran constantemente accidentes originados por camiones, tráilers con contenedores y volquetas que ruedan a exceso de velocidad, con pérdida de vidas y dando paso a largos y tediosos estancamientos del tráfico. Y Guayaquil no es la única ciudad que no quiere saber más de cuentos interminables. En la capital acaba de entrar en funcionamiento el Metro, luego de más de una década de que se anunció su construcción.
La ejecución de las obras cruciales para mejorar la calidad de vida de la población no pueden estar sujetas a cálculos, revanchismos ni intereses particulares.