Editorial | Reforestar: bienestar y plusvalía
En el ámbito urbano ni siquiera se percibe a la deforestación o a la falta de espacios verdes como un problema
En Ecuador la deforestación es un problema que avanza silenciosamente. Cada cierto tiempo suenan las alarmas y se difunden cifras que evidencian un deterioro progresivo de nuestros índices en materia de zonas protegidas y parques nacionales. Sin embargo, no existen políticas de Estado que garanticen el control permanente de este mal, ni su detención, y mucho menos acciones que permitan revertir sus efectos con siembras nuevas ni recuperación de áreas deterioradas.
Pero si esto ocurre en la ruralidad, en el ámbito urbano ni siquiera se percibe a la deforestación o a la falta de espacios verdes como un problema.
En las ciudades de la sierra generalmente existen parques y por su clima, jardines, parterres y hasta terrenos baldíos que cuentan con follaje natural, lo que da una imagen de verdor. Todo lo contrario ocurre con los pueblos y urbes de la costa, donde el gris se impone. Predominan el cemento y el polvo, y no cuentan con parques ni parterres verdes, mucho menos con arboledas ni prados.
Ante el aumento de temperatura debido al cambio climático, debe constituir una prioridad para los municipios dotar a las comunidades, planificadamente, de áreas verdes y arborización, lo cual contribuirá a refrescar el ambiente y a embellecer las ciudades, incrementando incluso su plusvalía.