Editorial: El renacer de Ecuador depende de todos
Revertir esta insatisfacción perpetua con la que vivimos solo será posible con la voluntad y la participación civil
Nacer en Ecuador es vivir en un constante déjà vu. Las noticias, las columnas de opinión e incluso los editoriales que acostumbramos a leer denuncian, de forma reiterada, los mismos problemas que afectan al país ya desde hace décadas. Pero no podemos resignarnos a esa realidad; es imperioso cuestionarnos qué rumbo debemos seguir. Los problemas no superados que se repiten consistentemente, no son otra cosa que un reflejo de que las necesidades de los ecuatorianos quedan permanentemente insatisfechas. Y esta insatisfacción no solo es consecuencia de la mala gestión gubernamental, que sin políticas públicas idóneas no ha podido trazar una salida; también responde a la inercia de la misma sociedad, que no ejerce presión como debería hacerlo, incluida la clase empresarial, que pide cambios, pero sin encarar al poder, sin arriesgar nada, por miedo a represalias.
Revertir esta insatisfacción perpetua con la que vivimos solo será posible con la voluntad y la participación civil. Guardar silencio o mirar hacia otro lado no permitirá solucionar nada, mucho menos rescatar al país de los tentáculos de la corrupción, que día a día se infiltra más en todos los campos: la justicia, la salud, la seguridad social, etc., y que es lo que en definitiva no nos deja avanzar.