Editorial: Repensemos las grandes obras
Otra historia sería si el plan de invertir millones de dólares se traduce en lograr un aeropuerto regional
Las grandes obras son imprescindibles para cualquier país que apunte a un real desarrollo, siempre que se deje por fuera los intereses particulares que muchas veces derivan en actos de corrupción.
Pero para esto último se requiere no solo voluntad política, sino visión y planificación para cubrir las necesidades ciudadanas. De esto último carece el proyecto del nuevo aeropuerto de Guayaquil en Daular, ideado fuera de una lógica básica: si la actual terminal ya cubre la demanda que tiene la ciudad y otras zonas aledañas, ¿para qué se requeriría uno nuevo?
El problema a la hora de invertir en obras de esta envergadura se da cuando no se priorizan su funcionalidad y viabilidad. La inversión se justificaría si los millones de dólares que demanda la obra se destinaran a lograr un aeropuerto regional, que no solo mejore la calidad de oferta aérea para Guayaquil, sino también para otras ciudades turísticamente importantes, como Cuenca, que ante esta necesidad impulsa un proyecto de creación de un nuevo aeropuerto. ¿Se ha pensado en Taura? ¿En lo beneficioso que resultaría esta ubicación si la obra además se complementa con otra anunciada, como la construcción del Quinto Puente, que sería también una vía directa al puerto de Guayaquil, otro centro logístico importante por repotenciar? Se captaría seguramente la demanda de la población del sur del país.