Editorial: Seguridad opaca
La ausencia de policías, militares y agentes de tránsito en las calles y en las carreteras no permite disuadir las acciones de los criminales
La ausencia de policías y de agentes de tránsito en las calles, cuando ocurre el mayor movimiento comercial del año, muestra la debilidad de las acciones de los cuerpos de seguridad del Estado en momentos en que el país está sumido en los más altos índices de violencia, delincuencia y criminalidad, como nunca antes se ha visto en el territorio nacional.
No le sirve de nada a la ciudadanía que el presidente de la República haya dado la orden de que los militares salgan a las calles, si estos tampoco son vistos en ellas, ni siquiera como medida disuasiva para frenar los robos y asaltos que ocurren hasta en los centros comerciales.
Ha habido tantos anuncios del plan Fénix durante el primer mes del nuevo gobierno que ya es hora de que el Ejecutivo pase a la implementación inmediata de las acciones acordadas, porque el pueblo se siente desprotegido, no solo en las ciudades, sino en las zonas rurales y en las carreteras, donde hay un alto movimiento vehicular por las festividades.
Entre esas acciones no puede quedar por fuera la depuración de las filas militares y policiales, y también de los agentes de tránsito. Es fundamental para el Estado tener a un aparato de seguridad que responda a los intereses ciudadanos. Ello implica descubrir qué uniformados están al servicio del crimen y del narcotráfico.