Editorial: Transporte público tercermundista
Resulta lamentable que muchas veces la falta de control de las autoridades municipales se deba a los compromisos políticos
Una de las imágenes más terribles de retraso y tercermundismo de Ecuador son las del transporte público que tiene el país. Ya sea en Quito o Cuenca donde ha habido avances importantes con el metro y el tranvía, respectivamente, el grueso de las unidades que sirven para la transportación de los ciudadanos sigue siendo vetusto, sucio y con conductores que son indolentes con los peatones y el resto de los vehículos que circulan en las calles. En Guayaquil la situación es aún peor, porque no se ha implementado un proyectos masivo seguro, eficiente y digno en los últimos años, con el agravante de que no existen controles de las autoridades municipales para evitar la contaminación que emiten sus motores viejos y mal calibrados. En este punto el caso de Quito alcanza niveles alarmantes debido a la altura, que hace que la combustión del diésel de pésima calidad y extremadamente barato por el subsidio estatal sea defectuosa. Resulta lamentable que muchas veces la falta de control de las autoridades municipales se deba a los compromisos políticos que tienen con ciertos gremios de transportistas que se benefician del ‘statu quo’ del sistema que, evidentemente, es contrario a los intereses y al bien de las grandes mayorías. El desarrollo óptimo de las urbes ecuatorianas no será posible si este problema sigue sin ser atacado.