Editorial | Otra vez el nuevo aeropuerto
Que el alcalde no condene a Guayaquil a la misma tragedia que vive Samborondón por el tema vial
El alcalde de Guayaquil en la campaña electoral dio a conocer su intención de quitar las rejas del Malecón 2000 y expresó estar en contra de la construcción del nuevo aeropuerto de la ciudad en Daular. Que no era una prioridad y lo postergaría, declaró a inicios de año, y que destinaría los recursos del fideicomiso a “obras urgentes que generen retornos sociales y también económicos”. Tras cinco meses en funciones, ha puesto cerco eléctrico a las rejas del Malecón y ha manifestado que el aeropuerto sí es necesario, aunque con valores menores. Se evidencia así que no es un tema apremiante. Sí lo es, en cambio, la conectividad de la vía a la Costa, justamente la que conduciría a Daular, que soporta ya un tráfico excesivo y no cuenta con rutas alternas, ni calles transversales que permitan descongestionarla; ni con un distribuidor para el ingreso y salida de Chongón, mucho menos con pasos peatonales o parques públicos, pese a ser una zona cada vez más densamente poblada. Que el alcalde no condene a Guayaquil a la misma tragedia que vive Samborondón por el tema vial; que los pactos políticos para favorecer en la Asamblea a un prófugo de la justicia no se antepongan a las verdaderas necesidades de la ciudad. Y si en verdad se requiere un nuevo aeropuerto, que converse con autoridades de Azuay, Cañar, El Oro y Los Ríos para unir recursos y construir uno que favorezca el desarrollo de toda la región.