Editorial: Víctimas y actores
Cada vez más, ante la falta de educación y empleo, su única opción es subsistir a través del tráfico de droga
En general, los grandes casos de conmoción que sacuden al país se trastocan y banalizan cuando todos hablan de ellos e imponen sus particulares versiones, con o sin fundamento. Incluso se politizan, aprovechando una tragedia para obtener beneficios, anteponiendo el oportunismo al sentido de patria. Sin embargo, el caso de los cuatro menores de Las Malvinas debe ser tratado con la seriedad y profundidad que amerita, pues más allá de exponer un incidente confuso que debe ser investigado y totalmente esclarecido, devela la dramática realidad de nuestros jóvenes y niños. El Ecuador no les ofrece un futuro promisor. Cada vez más, ante la falta de educación y empleo, su única opción es subsistir a través del tráfico de droga, el sicariato, la extorsión. No tienen alternativa, pues bien sea por ambición o porque son amenazados de muerte si se resisten, deben seguir el camino de la delincuencia y el crimen, con la total certeza de que su existencia será breve.
Hemos cerrado los ojos ante este panorama desolador, que debe ser afrontado ya. Sin la reconstrucción del tejido social no se podrá rescatar a las nuevas generaciones y sin ello no existirá un futuro para el país. Estado y sociedad deben comenzar a trabajar conjuntamente en la implementación de soluciones a los gravísimos problemas que han sido desatendidos durante décadas.