Editorial: ‘Welcome informers’

Resulta incomprensible que permita que personas investigadas y procesadas por actos de corrupción en Ecuador se protejan en su territorio...

Con los brazos abiertos los reciben, les permiten transitar por sus amplias avenidas, caminar sin problemas en sus centros comerciales, respirar el aire de la libertad, incluso algunos bajo protección. Tanta libertad como para darse el lujo de demandar, desde la clandestinidad, a personas y medios de comunicación en Ecuador, sin tener la entereza de darle la cara al sistema judicial nacional para resolver las graves acusaciones en su contra.

Estados Unidos lucha contra el narcotráfico y el lavado de activos en Ecuador y otros países del mundo, al punto que varios casos de corrupción han tenido su inicio por información develada en este país. Una gestión loable y que los ecuatorianos agradecen. Sin embargo, resulta incomprensible que, abanderando esa ardua tarea, permita que personas investigadas y procesadas por actos de corrupción en Ecuador se protejan en su territorio, puedan despotricar en redes sociales y esconderse de la mano de la justicia nacional en la que confían para juzgar a otros, pero no para ser juzgados.

Lo idóneo es darle la bienvenida siempre a la férrea lucha contra la corrupción, por todos los frentes y sin dejar abiertos huecos que puedan empañarla. Y cerrarle las puertas a aquellos buscados por la justicia, que quieren protección para seguir en sus andanzas.