Leo Stagg: La reconstrucción
Ecuador tiene todo para renacer, pero solo si dejamos de tropezar con la misma piedra
El correato dejó el país en ruinas. No fue solo corrupción, sino un modelo de poder que destruyó la institucionalidad, hipotecó el futuro y facilitó la entrada del narcotráfico. Por más de una década, Correa y su círculo más cercano concentraron todos los recursos del Estado en sus manos, desmantelaron los controles, persiguieron opositores y crearon una maquinaria de propaganda que vendía una falsa prosperidad mientras el país se hundía en deudas y corrupción.
Las consecuencias de ese periodo aún las vivimos. La inseguridad que hoy sufrimos no nació de la nada; es resultado de pactos oscuros que permitieron al crimen organizado cruzar nuestras fronteras, instalarse en nuestras ciudades, infiltrarse en nuestras instituciones y someter barrios enteros. La falta de empleo y oportunidades es reflejo de un modelo que priorizó el despilfarro y endeudamiento irresponsable sobre la inversión productiva y el desarrollo sostenible. Dejaron un país quebrado, con instituciones debilitadas y un Estado que aún lucha por recuperar su rumbo.
Luego de ese desastre, los gobiernos que siguieron heredaron un país destrozado y han enfrentado enormes desafíos para intentar recomponer rumbo. Sin embargo, la magnitud del daño requiere algo más profundo: una verdadera reconstrucción nacional.
La historia nos ha enseñado que no podemos seguir caminando sobre las ruinas de un país sin reconstruirlo. No podemos quedarnos en la indignación pasajera o la queja estéril. Es momento de hacer examen de conciencia, de entender por qué llegamos hasta aquí y lo más importante: cómo salimos de este hoyo. La reconstrucción no empieza solo con un nuevo gobierno ni con promesas de campaña. Empieza con la gente. Con una ciudadanía que ya no se deja engañar, que no se conforma con migajas, que exige transparencia y no se rinde ante el miedo o la desesperanza. Empieza con quienes aún creen en el país y están dispuestos a luchar por él.
Reconstruir significa aprender de los errores. Significa que no podemos seguir entregando el poder a quienes nos han traicionado y que representan los mismos intereses de siempre. Significa que debemos cerrar puertas a la narcopolítica, al clientelismo y a los mercenarios de la corrupción. Ecuador tiene todo para renacer, pero solo si dejamos de tropezar con la misma piedra. La reconstrucción es nuestra tarea. Y empieza ahora.