El paro indígena del futuro
Para evitar el caos del 2023, del 2024 y de todos los años que vienen, no basta con firmar una paz en papel. Debe atenderse las urgencias sociales de la población rural, de las comunidades indígenas
El único remedio contra el caos es solucionar los problemas que originan el malestar social y las condiciones de pobreza enraizadas en las comunidades indígenas. Se podrá reducir la fuerza de los levantamientos con el poder del Estado, se podrá recuperar las pérdidas económicas con esfuerzo a futuro y se podrá incluso llegar a consensos políticos que alimenten una paz temporal. Pero solo se podrá evitar desde hoy el paro nacional del 2023, del 2024, del 2025 y del resto del futuro si se atajan los verdaderos disparadores.
Los 18 días de paralización han despertados temores y odios que se lanzan otra vez sin tapujos, sin siquiera considerar las líneas rojas de lo políticamente correcto. Y eso es un error. El malestar social era generalizado y prolongado antes de que la voz de la calle se la tomaran las organizaciones indígenas.
Esa angustia por una vida de estrechez, sin oportunidades laborales y con unos servicios públicos decadentes hasta en lo más fundamental -como la salud y en la educación- y en lo más básico -como la emisión de cédulas- debe ser atendida urgentemente. Con especial énfasis en una población rural que ya no distingue lo que son unas condiciones de vida digna de lo que no son, porque nunca tuvieron las primeras. Es justo y oportuno atacar el problema de raíz para evitar el caos de futuro y para un Ecuador próspero para todos los ciudadanos.