A quién representan

Afiliados y empleadores tienen, teóricamente, alguien que les da voz y ojos para controlar lo que ocurre con los recursos del IESS. Eso se supone. El abuso sostenido por años dice lo contrario’. 

La anomia ciudadana ante los casos de corrupción que esquilman las posibilidades de desarrollo de este país se alimenta de la normalidad. O sea, de la concurrencia y repetición de casos. Y de su condición de perennidad. Uno de ellos, el más sangrante por lo insolidario e inminente, el del modelo agotado del Instituto Ecuatoriano de la Seguridad Social.

Su desequilibrio, además de por dificultades económicas crónicas y por el abuso de los políticos que desdeñaban tener ahorros, ha estado y sigue estando facilitado porque los custodios del sistema tienen los brazos caídos.

Se supone -porque lo dice el papel y porque se paga por ello- que hay representantes de los afiliados y de los empleadores, que deberían ser los primeros interesados en que nadie se robe los ahorros. Ese dinero, que entregan los primeros, es la garantía de futuro de los segundos. Y ambos colectivos tienen a alguien dentro del sistema que les da voz. Y que tiene ojos para ver lo que está pasando. Aunque eso es igual que su condición de representantes, una aspiración o un imaginario más que una realidad. El cargo lo tienen, el ejercicio del mismo deja mucho que desear. Ante ellos y por años, se han comido el colchón de todos.