Última llamada
Con el inicio de año, se da por empezada la carrera electoral.
El inicio de año marca, si no había empezado ya, el comienzo de la carrera electoral. El Gobierno, que arrancó su administración con un llamado a dejar, al menos, un consolidado periodo de transición, agota su tiempo sin haber conseguido cerrar heridas. La polarización heredada de la última década no se ha desvanecido. Si el clima de hostilidad parecía apaciguarse en los primeros dos años, manejando un talante de comprensión, apertura y diálogo, esa sensación ha desaparecido totalmente. El ánimo ciudadano se mantiene en la crispación, con el añadido de la incertidumbre.
Los nombres plausibles que se barajan tienen ya un historial. Si lo viejo conocido no convenció y, de hecho, no ha solucionado la desgana democrática electoral, cabe preguntarse qué expectativas auguran para Ecuador en el corto plazo.
Lo único cierto es la estrechez económica, la percepción de impunidad y desbordamiento de la incorregible corrupción, la decepción laboral aparejada al desempleo y el recelo a arriesgar más por un país que no abandona los vaivenes político-legislativos. Los ingredientes están ahí, desde hace una década, desde siempre y desde ahora. Lo que falta es quien prepare la receta para que el plato sea de buen gusto.