Un país con menos discapacidad

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Razones para el optimismo me las da el alto grado de involucramiento de las personas afectadas y sus familiares.

En acuerdo con la Organización Mundial de la Salud la discapacidad es “un término que abarca las deficiencias, las limitaciones de la actividad y las restricciones de la participación”. Con deficiencias, limitaciones y restricciones padecidas por quien las sufre, queda claro que la discapacidad “es un fenómeno complejo que refleja una interacción entre las características del organismo humano y las características de la sociedad en que vive.” Esta puede agravarle la situación o contribuir a su plena incorporación.

Siendo un fenómeno complejo requiere soluciones de igual naturaleza y enfrentarlo es competencia de todos: de quienes lo padecen y de quienes están obligados a atenderlo.

Su manifestación es mundial y se incrementa en razón del envejecimiento de la población que determina el aumento de las enfermedades crónicas. A la fecha existen más de 1.000 millones de discapacitados en el mundo. En el Ecuador la cifra se acerca al medio millón de personas abarcando cinco tipos: discapacidad física, que son la mayoría de los casos (221.913), intelectual (106.102) auditiva (66.867) visual (55.784) y psicosocial (25.081). De ese número más de la mitad tienen una discapacidad grave (entre 50 % y 74 %), muy grave (entre 75% y 84 %) o severa (entre 85 % y 100 %).

Una buena meta sería no únicamente brindar atención a quien ya está discapacitado sino también incrementar las políticas de rehabilitación y, obviamente, las de prevención de las discapacidades, actividad que requiere un esfuerzo concertado multinstitucional público y privado y, por supuesto, del denominado tercer sector.

A la fecha, el Ecuador viene cumpliendo un gran esfuerzo en beneficio de los discapacitados y es destacable el interés y empeño del presidente Moreno en proporcionar la mejor atención al tema, a partir de la acción del Conadis. Sin embargo, aún persisten ciertas distorsiones y el incumplimiento de los propósitos, tal cual pude constatar en reciente visita a Machala, con motivo del día mundial. 

Razones para el optimismo me las da el alto grado de involucramiento de las personas afectadas y sus familiares.