El amorfinero cuyas coplas son una pincelada al corazón
Eumeny Álava es considerado como un gestor cultural en Manabí
Es considerado en Manabí como un promotor de la cultura. Destaca al amorfino como una tradición oral que se transmite de boca en boca y de oído a oído. Hoy a sus 77 años, con el trinar de los pájaros, las verdes montañas, el susurro del viento, el manabita sigue derrochando inspiración, alegría, jolgorio y amor con sus hermosos versos que son una pincelada al corazón.
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Leer másY es que esas palabras surgidas del sentimiento y del alma campesina son recordadas por Eumeny Candelario Álava Párraga, fruto del romance de aquella pareja que a través de serenatas, coplas, versos y amorfinos, se juraron amor eterno en medio de las montañas de la campiña manabita.
“Clavelito colorado, clavelito carmesí, ni por sueño había pensado, que mi amor estaba aquí”. Con ese verso el montubio Juan José Álava Loor, (padre de Eumeny) del recinto Arrastradero, del cantón Bolívar (Calceta) enamoró a su esposa Arcelia Párraga Zambrano, habitante del recinto Cabello.
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En las noches de diciembre, cuando el baile del sombrerito y las rondas de hombres y mujeres se armaban los denominados contra puntos, es decir las respuestas a los amorfinos.
Fue así que doña Arcelia le respondió a quien le cortejaba: silencio pido para remediar mis males, en momentos como este, el silencio es el que vale. Una forma elegante de decirle que si estaba enamorado no lo dijera públicamente, porque arriesgaba a no recibir el permiso de sus padres para los próximos días de eventos decembrinos .
Ese fue el primer verso que le enseñó su padre a Eumeny, cuando tenía 8 años, edad a la que se empezó a interesar por aquellas frases que nacían de los corazones enamorados. Ya a los 14, Eumeny sacó a relucir los dotes de orador, poeta y amorfinero, que heredó de su padre.
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Leer más“Con la naranja hice un vino, con el limón una copa, con los besos que nos dimos dulce me quedó la boca. Azucena y margaritas, rosa, mosqueta y clavel, que no hay cosa más bonita, que el amor de una mujer”, exclama Álava, considerado en Manabí como un gestor de la cultura.
Eumeny vive en el recinto Cabello, allí ha encontrado su oasis de inspiración. En la molienda, en una hamaca, entre flores y árboles, allí expresa sus más bellos sentimientos, con una naturalidad admirable y una facilidad de palabra única.
“Tú dices que no me quieres, tus ojos dicen que sí, que si tú no me quisieras, no me mirarían así. De las peñas brota el agua, de los páramos el viento, entre tu amor y el mío solo brotan sentimientos”, expresa Álava mientras recorre parte de la quinta Colinas del Sol, donde incluso tiene un espacio denominado museo montubio.
“Dos claveles en el agua no se pueden marchitar, dos amores que se quieren no se pueden olvidar”, dice Álava con una sonrisa pícara, típica del coqueto hombre de campo que corteja una fémina con esos cantos del corazón. El montubio describe a los amorfinos como una expresión literaria que nació en la mezcla de nuestros aborígenes con los españoles, y posteriormente agarrados culturalmente por los montubios.
“Algunos de los versos y amorfinos fueron traídos por ellos, otros son una fusión, pero también otros han sido creados por nuestros montubios. Mi padre era un amorfinero de cepa que fue instruido por su abuelo y así venía de generaciones anteriores”, explica.
“Cuando mi papá terminaba de cumplir su jornada él reposaba en una hamaca. Yo con mi cuaderno acudía hasta el lugar para anotar las frases que él decía, luego yo mismo creé mis propios versos”, recuerda. El amorfino es conquistador, es delicado, amoroso, tenue, en ningún momento debe ser hiriente, ofensivo o que afecte la dignidad humana.
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Leer másEumeny Álava reconoce que actualmente es difícil que los jóvenes enamoren a las chicas con amorfinos y coplas y quienes lo hacen suelen ser tildados de anticuados.
“Los valores y principios no deberían ser considerados como una moda, estos amorfinos son una representación genuina de lo nuestro”, dice. Álava recorre Manabí llevando productos típicos de la zona como mistela, una bebida que se brinda en los campos hecha con frutas, licor de caña, tongas, bollo, chicha y gallina criolla.
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