Esmerldas, Caimito
Vista. Caimito es un rincón mágico en el sur de Esmeraldas, donde sus guías cuentan historia y tradiciones.Luis Cheme

Caimito es un refugio de paz y naturaleza en el cantón Muisne

Cada rincón conserva una historia. Es habitual comprar el chocolate preparado por las mujeres del lugar

La suave brisa del océano acaricia el rostro de quienes llegan a Caimito, un rincón escondido en la parroquia Quingue, cantón Muisne, donde la rutina se disuelve como la niebla matutina. Este paraíso natural promete un renacer y un respiro profundo en medio de la vorágine diaria.

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Al descender del vehículo, el aroma a tierra húmeda y sal marina envuelve a los visitantes, anunciando la cercanía del mar y la selva. Los sonidos de la naturaleza son una sinfonía: el canto de las aves llena el aire, mientras el murmullo del río cristalino se une al suave vaivén de las olas. Cada paso que se da acerca más a un mundo donde el tiempo parece detenerse.

Caminando hacia la playa, guiados por el sonido del agua, la primera vista de las cascadas es un espectáculo que deja sin aliento. El agua cae en un salto elegante, como si la naturaleza misma celebrara su propia belleza.

Las gotas brillan bajo el sol, creando un arcoíris efímero que danza en el aire. Al acercarse, la frescura del agua en la piel es un abrazo revitalizante que invita a sumergirse en su pureza. “Caimito me dejó sin palabras. Desde el momento en que llegué, sentí que había entrado en un sueño. Las cascadas son simplemente mágicas, y el sonido del agua me relajó de inmediato. No hay nada como sumergirse en el río cristalino después de una caminata. Cada rincón tiene su propia belleza, y la calidez de la gente te hace sentir como en casa. Definitivamente volveré”, dice Ana Guzmán, quien llegó desde Quito.

​Caimito es un lugar que guarda muchas historias y tradiciones. Como guía, me siento orgulloso y afortunado de mostrar a los visitantes la belleza de nuestra tierra.
Gregory Palma, guía local
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El paisaje es un lienzo de verdes intensos y azules profundos. Las palmeras se mecen suavemente, sus hojas susurrando secretos al viento. En la distancia, las montañas se erigen majestuosas, cubiertas de vegetación exuberante. Cada rincón de Caimito parece contar una historia, y los visitantes son privilegiados en este relato de vida. Siguiendo el curso del río, que serpentea entre las rocas y los árboles, el agua es tan clara que se pueden ver pequeños peces nadando despreocupadamente. Al detenerse a la orilla, los pies se sumergen en el agua fresca. El sonido del río fluyendo es como una melodía, un canto que invita a la reflexión y la paz interior. Con los ojos cerrados, se respira hondo, llenando los pulmones de aire puro y el aroma a naturaleza viva. En el camino, un grupo de lugareños se encuentra con los visitantes. Su calidez es palpable, una sonrisa genuina ilumina sus rostros. Invitan a unirse a ellos, y pronto se comparten historias y risas.

En Caimito, la conexión entre las personas es tan fuerte como la que se tiene con la tierra. Cada encuentro es un recordatorio de que, a pesar de las diferencias, todos comparten un deseo innato de pertenencia y comunidad. “Caimito es un lugar que guarda muchas historias y tradiciones. Como guía, me siento orgulloso de mostrar a los visitantes la belleza de nuestra tierra. Aquí, cada cascada, cada árbol tiene un significado. Lo que más me gusta es ver cómo la gente se conecta con la naturaleza y entre sí”, explica Gregory Palma, un guía local.

La gastronomía es otro de las ventajas de este rincón esmeraldeño

No se puede partir de Caimito sin probar el famoso chocolate artesanal de Charito. La mujer nativa, con manos hábiles y corazón generoso, recibe a los visitantes en su hogar.

El aroma del chocolate caliente llena el aire, un dulce abrazo que promete calidez y sabor. Charito explica cómo cada ingrediente es seleccionado con cuidado, desde los granos de cacao hasta las especias que realzan el sabor. Al dar el primer sorbo, una explosión de sabores transporta a los presentes a momentos de felicidad y sencillez. Es más que un simple chocolate; es un legado, una tradición que Charito comparte con amor y dedicación.

En ese instante, se comprende que Caimito no solo ofrece paisajes impresionantes, sino también una rica cultura que se entrelaza con la naturaleza. En cada rincón, la aventura y la magia se entrelazan y crea un espacio para descansar y rejuvenecer.

Caimito me dejó sin palabras. Desde el momento en que llegué, sentí que había entrado en un sueño. Las cascadas son simplemente mágicas y su naturaleza poderosa
Ana Guzmán, turista

  • Actividades. Rutas señalizadas conducen a las cascadas y miradores. Los baños en el río son muy concurridos por turistas, y la interacción cultural.

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