Comunidad en la parroquia Ulba impulsa el desarrollo sostenible

A 30 minutos del centro de Baños de Agua Santa, Vizcaya es un caserío de 600 habitantes donde la unidad y el esfuerzo comunitario han marcado la diferencia. Frente a la falta de empleo y recursos, sus habitantes han decidido trabajar juntos para construir un futuro sostenible basado en la agroecología y el turismo rural.

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La comunidad, ubicada en la parroquia Ulba, se ha convertido en un ejemplo de cómo la organización y el trabajo colectivo pueden superar cualquier adversidad. Eduardo Gómez, presidente de Vizcaya, destaca: “Aquí todos nos ayudamos. Sabemos que unidos podemos salir adelante”. 

Vizcaya ha apostado por la producción de abonos orgánicos como un pilar para revitalizar su economía. Utilizando residuos agrícolas y naturales, los habitantes elaboran fertilizantes que mejoran la calidad del suelo y reducen la dependencia de productos químicos.

Wilmer Peña, uno de los líderes de esta iniciativa, explica: “Antes comprábamos fertilizantes caros que dañaban nuestras tierras. Ahora, con los abonos orgánicos, no solo ahorramos dinero, sino que también cuidamos nuestra salud y el medio ambiente”. En las fincas, las familias trabajan juntas para producir alimentos de calidad mientras regeneran la tierra.

“Es un proceso lento, pero ya estamos viendo los frutos. La unión nos ha permitido avanzar”, comenta Wilmer, quien trabaja con su madre y hermanas en su parcela. La producción se vende en las ferias de Baños, Pelileo, Patate e incluso en la misma comunidad, donde llegan los turistas para adquirir frutas, verduras y legumbres. 

Reconociendo el potencial turístico de su entorno, Vizcaya ha desarrollado iniciativas de turismo sostenible que combinan la belleza natural con las tradiciones locales. Los visitantes pueden recorrer senderos rodeados de cascadas y lagunas, participar en actividades agrícolas y disfrutar de productos frescos cultivados en las fincas. 

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La comunidad también ha recibido apoyo de organizaciones como WWF y Ecominga, que han contribuido a la reforestación y conservación de los bosques. “Reforestar no solo protege nuestra tierra, también nos da una nueva oportunidad para mostrar nuestra riqueza natural al mundo”, asegura Wilmer. 

Vizcaya es más que un caserío; es un ejemplo de cómo la organización comunitaria puede transformar vidas. Cada familia contribuye con su esfuerzo, desde la producción de abonos hasta la promoción del turismo, para garantizar un futuro mejor. 

Aunque el número de turistas aún es limitado, los habitantes están convencidos de que su esfuerzo dará frutos en el futuro. El acceso es fácil y se llega desde Baños por un camino asfaltado y lleno de paisaje

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