Cuenca: Habitabilidad o turismo, el dilema para tener vivo al Centro Histórico

Cuenca, en los últimos años, se ha convertido en una de las ciudades más turísticas del Ecuador. De hecho, su centro histórico ha recibido múltiples premios internacionales. Sin embargo, su transformación y vida nocturna también han afectado a sus residentes.

Luis Ortega, de 63 años, nació en el barrio Todos Santos (centro de Cuenca) y, tras más de media vida en el sector, se vio obligado a salir a rentar una vivienda en las afueras de la ciudad. “Todos los fines de semana las personas protagonizaban escándalos, disturbios y, además, el exceso de ruido hizo que quienes habíamos habitado toda la vida por el sector salgamos”, precisó.

Este ciudadano comentó que por el aparente “incremento sin control” de centros de diversión en su barrio, ubicado en la Calle Larga, muchos de sus vecinos optaron por tomar la misma decisión: abandonar el centro.

Algunos otros residentes han optado incluso por vender sus viviendas, en las que sus antepasados habían vivido, todo por evitar “las aglomeraciones y malos ratos”, que se han incrementado en la última década. “En la década del 80 y hasta el 90 tenía amigos vecinos, pero luego todo se volvió comercial y llegué a tener un bar a mi izquierda y un restaurante a mi derecha. Muchas aglomeraciones y malos ratos. Por eso me fui”, comentó Griselda Pacheco, que actualmente reside en una quinta (hacienda) en las afueras de Cuenca.

Para el investigador Pedro Jiménez, la declaratoria de Cuenca como patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1999 hizo que el proyecto de ciudad se transforme y apunte a desarrollarse como un destino favorito para los extranjeros, dejando de lado a los locales.

“Este desarrollo urbanístico, siempre dirigido hacia una ciudad favorita para actividades recreativas y de ocio, es visto como un riesgo que puede dar paso a la gentrificación de ciertas zonas como el Centro Histórico, Puertas del Sol, avenida Ordóñez Lasso, y otras en donde es cada vez más difícil ver a las familias cuencanas habitando”, dijo el especialista en urbanismo.

Jiménez sostiene que hasta antes del año de la declaratoria patrimonial por parte de la Unesco, la ciudad planificaba sus obras y su urbanismo en base a sus habitantes y a sus necesidades propias, pero luego eso cambió.

En total, entre 2008 y 2014, la ciudad alcanzó 17 reconocimientos de ocio. En la actualidad, los premios sobrepasan los 30, ya que solamente en la administración actual Cuenca ha recibido 14 nuevas distinciones internacionales.

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Sin embargo, Jiménez destaca que cuando se refiere a “reconocimientos de ocio”, son premios en los que no destacan la gestión u obras de la urbe, sino que la sitúan como un lugar para realizar turismo. Por ejemplo, los cuatro años consecutivos que la Revista International Living determinó que Cuenca es el lugar número uno para retirados.

Además, teme que esta abundancia de premios termine provocando un problema mayor y que la gentrificación no solo afecte al centro sino a otras zonas de la ciudad y que terminen por desplazarse a los habitantes locales para potenciar actividades netamente turísticas o para adaptar los espacios para cubrir las necesidades de extranjeros que deciden radicarse en la ciudad.

Estos criterios no son compartidos por parte de las autoridades. Por ejemplo, para el director de Relaciones Internacionales del Municipio de Cuenca, Felipe Ochoa, la urbe está “muy lejos de sufrir los efectos de la gentrificación” y, más bien, los reconocimientos que se acumulan representan beneficios de tres tipos: cuantificables con premios económicos que se reciben, posicionamiento y atracción de inversión.

Descartando que en algún momento se pueda vivir un caso de gentrificación del Centro Histórico, Ochoa apunta que la Dirección de Áreas Históricas construye el proyecto del Plan de Gestión del Centro para evitar que la actividad turística termine de desplazar a los habitantes de los diferentes barrios que hoy se han convertido en zonas llenas de bares, discotecas, restaurantes y hoteles adaptados a las casas patrimoniales.

Por otra parte, Ochoa dio a conocer que la cifra oficial de estadounidenses radicados en Cuenca es de 4.000 personas; sin embargo, a su criterio, en la actualidad habría unos 8.000 ciudadanos radicados permanentemente en la ciudad.

El funcionario apunta a que se pondrá en marcha un Centro Internacional de Competencias en el que se integrará a la comunidad extranjera para que estos puedan retribuir con sus conocimientos a la ciudad. También pondrán en marcha, en este segundo semestre de 2024, un curso para “graduarse de cuencanos si eres extranjero” para que puedan vivir en comunidad. “Les enseñaremos a toda esta comunidad extranjera temas de trámites, el uso de los espacios comunitarios, el lenguaje y los modismos que se manejan. Esto ayuda a reducir la posibilidad de gentrificación”.

Xavier Aguirre, director municipal de Áreas Históricas, informó que el número de habitantes locales en el Centro Histórico se redujo en un 9% desde el censo de 2010. Esto es un signo de alerta para las autoridades que les lleva a poner el acelerador en la promulgación del Plan de Gestión, que según la autoridad ya está concluido y se encuentran realizando la socialización con la comunidad.

“Buscamos que el plan equilibre el potencial turístico y el espíritu de habitabilidad. La actividad humana es la que da esa esencia y no solamente las personas que están de paso”, sostuvo el funcionario.

En el proceso de socialización que llevan adelante, el funcionario aseguró que buscan establecer los mejores mecanismos para incentivar a los propietarios de las casas patrimoniales a volver a habitarlas.

Aguirre estima que dentro del marco de la celebración de los 25 años de la declaratoria de patrimonio de la ciudad, que será en diciembre de este 2024, el plan será puesto en marcha.

La ciudadanía busca mejoras 

Aunque el sentido de los reconocimientos internacionales no es claro para los habitantes del Centro Histórico, lo que sí les ha impactado es el tener que convivir con el ruido, el exceso de tráfico durante los fines de semana y con imágenes deplorables de personas consumiendo licor en lo que eran sus calles barriales, según declararon.

El experto Roberto Jiménez concluyó que no se trata de estar unos contra otros, sino de “buscar el equilibrio y la convivencia armoniosa” entre los cuencanos, los extranjeros radicados y los cientos de turistas que llegan a la ciudad.

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